viernes, 22 de diciembre de 2017

LA RÍA DE AVILÉS. UNA RÍA QUE FUE ANGULERA


Ricardo García Iglesias, coñocíu como Rico, fai un estudiu sobro la hestoria de la pesca l'angula na Ría d'Avilés / Abiyés

UNA RÍA QUE FUE ANGULERA. LA RÍA DE AVILÉS
Ricardo García Iglesias-Rico-

ANGULEROS  EN  EL  ESTUARIO  DE  AVILÉS

En las noches de oscurada y aguacero, con viento del tercer o cuarto cuadrante, en los cuatro meses que van de noviembre a febrero, se salía a pescar angula por las orillas de nuestro estuario. En casi todas las casas de San Juan y de Zeluán había alguien que se dedicaba al oficio restándole horas al sueño y aguantando el temporal, abrigándose con calcetines bufanda y gorro de lana, calzándose con galochas, o botas de agua, y tapándose con un chaquetón y gorro impermeables. 

Galoches
En  Avilés  "les galoches"  son unas "madreñes"  con  clavos  de  cabeza  redonda 
que hacía las veces de garras que se aferraban a la roca. Para proteger del agua la 
zona  de  la  pierna  hasta la rodilla, se  usaba  primitivamente  un cuero al que se 
aplicaba  una  sustancia  grasa que lo impermeabilizaba. Posteriormente  se usaba 
un  tronzo  de  cámara  de  rueda  de  camión  debidamente  unido  al cuello de la 
madreña   con   una   tira   de  cuero  sellada   con  galipote  u  otro  tipo  de  brea. 
Un peculiar calzado a modo de bota primitiva. 
Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Se pescaba desde el Arañón hasta Recastrón y en la desembocadura del río Raíces, pero la zona donde se acumulaban más anguleros era en la escollera “chapacuña” que va de San Juan a Zeluán. En esa escollera desembocaba el arroyo de Vioño por dos alcantarillones y en la proximidad de éstos eran donde más capturas se realizaban. La angula se mueve de noche para evitar depredadores, se desplaza en busca del agua dulce moviéndose serpenteante en fila por las orillas del río y cerca de la superficie. Al comenzar la temporada se preparaba el “sedazo” con alambre, tela nueva, y mango de cañavera; se sacaba del desván el cajón de madera, con cribo y desagüe, el farol de vela o el carburo y se salía dos o tres horas antes de la pleamar para coger sitio en la chapacuña, respetando religiosamente la distancia entre anguleros que se marcaba con los agujeros de desagüe de la cuneta de la carretera, unos 15 metros. Con la llegada de la marea se pegaban las primeras “manguiadas” de prueba, si se sacaban media docena de angulas, o más, era buena señal, si la “manguiada” resultaba en blanco o sólo con un par de angulas tocaba trabajar. Pescando dos o tres angulas de cada vez hacen falta dos o tres horas para llegar al medio kilo “manguiando” sin parar. Se “manguiaba” a contracorriente, hacia abajo cuando subía la resaca y hacia arriba al bajar el agua.

 Farol - Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Caxón Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Caxón con dos patas abatibles en un lateral para que pueda 
adaptarse a la pendiente del terreno 
Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Sedazo o Serazu, caxón y farolín de vela
Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

De vuelta a casa con las capturas se levantaba la señora, preparaba una infusión de tabaco y la vertía en el recipiente de las angulas. La cruel muerte se producía en pocos minutos con las angulas alborotadas levantando la cola. Luego se procedía al lavado, con un pequeño arel de harina, hasta que dejaba de soltar espuma a base de batirla y cambiarle el agua. Se ponía una olla con agua a hervir y se le echaba sal en su medida, se sacaba con una espumadera al primer hervor y se extendía en un paño blanco, o sábana vieja, a escurrir. Con el primer tranvía de la mañana se llevaba dentro de un rodillo para vender a las marisquerías y restaurantes avilesinos. Si la marea había sido abundante y en Avilés no había salida, se desplazaban en el tranvía Carreño para venderla en Gijón. Aquí, al contrario que en el País Vasco o Galicia que se aprecia la de lomo negro, tiene mejor venta la gorda y blanca de comienzos de temporada.


Angula de lomo negro pescada en la Ría de Avilés
Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Parece que la pesca de la angula comenzó en la citada zona a finales del siglo XIX y se mantuvo como la describí hasta la década de los años 70 del pasado siglo. Al principio se usaban chalanas para pescar en la chapacuña, pero al crecer el número de usuarios eran un estorbo y cortaban el paso de la angula para el siguiente angulero. Con el tiempo se fueron incorporando los nuevos materiales: de la tela metálica se pasó al plástico, de la vela a la luz de gas o eléctrica (también se usaron carburos con su luz de acetileno, blanco halógeno, pero eran peligrosos pues si una resaca los tiraba al agua se producía una fuerte explosión que reventaba el aparato), del chaquetón  gutapercha a la ropa de aguas de hule, de las galochas de clavos (especiales para sujetarse en las piedras de la chapacuña manteniendo los pies calientes) a las katiuskas de goma, del sedazo para la chapacuña al rastro (redondo o triangular) para el canal del polígono de Maqua, etc. Hubo algún intento de pesca al arrastre con lancha en el muelle Raíces pero no prosperó. En los 80 se empezaron a exigir permisos y solo podían pescar los profesionales que la vendían en Soto del Barco,  permitiendo a los deportivos capturar un cupo de 250 gramos. Con el cambio de siglo se prohibió la pesca en la zona, aunque parece que de vez en cuando se descubre algún furtivo.


Sedazo o Serazu redondo
Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Entre las personas que destacaron como anguleros cabe mencionar a la familia de la Pequena y Manolo Fausto en San Juan (a Vicente Sánchez Bonátez, “Cubano”, le vi pescar 9 kg en menos de un cuarto de hora), a Evaristo García Suárez y Manuel Álvarez Fernández (Manolo Pacho) en Zeluán (los dos pescaron toda su vida de galochas); del primero hay testimonio gráfico y su padre, del mismo nombre y apodado cariñosamente “Padre”, tenía reservado un sitio en la escollera, conocido como esquina Evaristo. A partir de los 70 del siglo pasado se incorporaron muchos forasteros a esta pesca: Martín el Pescadero, Jesús Amador, Miguel Bolaño, una familia de Molleda, etc. En la desembocadura del río Raíces destacó la familia de Benjamín Velilla, al que ayudaban sus hijas.


En la foto se ve que Evaristo García Suárez -"Varisto"- lleva las galochas en el cribo.
Lo que lleva colgando es la escalera de dos pasos para no resbalar en la chapacuña.
Foto cedida por la familia (por su hijo, José Luis García García)


Esquina de Varisto, donde se ponía para pescar angula.
Foto de Ricardo García Iglesias-Rico-

Se puede decir que la angula arregló muchas economías pues siempre fue un artículo consumido por minorías y de elevado precio, sobre todo en las Navidades, después de Reyes caían los precios y no se llevaba todo a vender, se consumía una parte en casa.

Ahora ya no se ve en las noches de luna nueva de invierno la chapacuña iluminada con más de 20 faroles regularmente espaciados.

Ricardo García Iglesias -Rico-
22 de octubre de 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario